domingo, 17 de octubre de 2010

El lechuguino abrazasotanas


La dirección de un medio de comunicación que funcione a base de las “noticias” que le “soplan” los cargos públicos de determinado partido político suele ser un trabajo un tanto vergonzante y bastante poco gratificante en lo personal, desconozco si también lo es en lo económico. Por eso, encontrar una “primicia” de la que se haga eco la competencia, aunque la tal primicia no haya salido de una pluma de la redacción sino de una carta abierta a los “fieles”, debe suponer una especie un tanto peculiar de reconciliación con la profesión periodística. Que más da que los redactores escriban de oídas o al dictado o que no asistan a ruedas de prensa si el “scoop” ha sido escrito al abrigo de un manto púrpura, bienvenido sea porque hemos abierto el debate de “llamar a las cosas por su nombre”. Vamos hombre, quien no ha tirado alguna vez de internet para escribir o le ha fusilado un par de frases a un compañero, o ha llamado por teléfono a la colega de la competencia para que te cuente lo que ha dicho el fulano en la rueda de prensa. Que nadie diga de este agua no beberé ni este cura no es mi padre. Bienvenidas y bendecidas sean, por tanto, las colaboraciones púrpuras, sobre todo si el colaborador púrpura no reclama nómina y encima crea polémica. Pues eso, a partir de ahora todo el mundo, en esta Córdoba bendita y bendecida, vamos a llamar a las cosas por su nombre.
El único problema es que debido a mi humilde formación tengo ciertas dificultades para definir conceptos. La mejor definición de lechuguino, por ejemplo, se la oí a los Martes y Trece, sobre el presentador de televisión Ramón García: se trata de un individuo que en su más tierna infancia sufrió una sobredosis de potitos. Pues eso, que ando ampliando la definición de lechuguino. El mio es un lechuguino que en tiempos fue personal de confianza en la diputación por un partido nacionalista andaluz (a saber que será eso) y que, transcurrido más tiempo lo hicieron director de la prensa de alcanfor y que desde la tribuna que la caterba de la caverna le ha proporcionado se dedica a besar sotanas, a defender una Córdoba liderada por sotanas y en la que sólo quepa la verdad de las sotanas. Bueno también se mete con lo manirrotas que son quienes dirigen la diputación y con lo poco que trabajan los asesores de la diputación, producto, imagino, de su propia experiencia. Al final voy a ser capaz de encontrar una definición que se le acerque como lechuguino abrazasotanas.

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