jueves, 25 de mayo de 2017

Diario de un ex adicto a las campañas electorales. Un traje de papel.

Decía Wirthlin que la estrategia en comunicación política consiste en persuadir mediante la razón y motivar por la emoción. Además de otras muchas aportaciones a la tecnología electoral estableció las cuatro fases que debe contemplar cualquier campaña. A saber, construcción del personaje público o lanzamiento del candidato (conocimiento y posicionamiento), defensa de propuestas (1ª fase de la razón), ataque al adversario (2ª parte de la razón) y, finalmente, enunciado de valores e identificación de propuestas, partido, candidato y electores (emoción). Digo esto porque todo está ya escrito, pensado, puesto en práctica y testado (mi humilde experiencia en algunas campañas municipales así lo corrobora).
En España, el profesor Jose Luis Dader acuñó unos años después el término “Los nuevos Sastres del Emperador” para referirse a las nuevas técnicas y al papel de los asesores electorales actuales, hoy pienso que no muy acertadamente. Visto el paisaje y conociendo el cuento sería más acertado referirse de esta manera a quienes se sitúan más cerca de los Sastrecillos Valientes que de los Sastres del Emperador, por seguir con la metáfora de los relatos de costuras, tan en boga en estos días.
Sirva el anterior dislate o dispersión para introducir unas reflexiones sobre los errores de la campaña a las primarias que ha cometido el equipo de Susana Díaz.
La construcción de la imagen pública de la candidata. El anuncio de la candidatura de Susana Díaz se produjo muy tarde, eso hizo que el lanzamiento del candidato o candidata no fuese el adecuado, el escaso tiempo no permitió construir una imagen que se acercase más a la realidad personal y huyese de estereotipos falsos que no respondían a estrategia alguna o si lo hacían era bastante peregrina.
En este mismo sentido hay que apuntar la nula labor didáctica que los miembros de la propia gestora realizaron sobre los hechos que motivaron su constitución. Hizo falta una declaración de principios inicial y la construcción del relato real de los hechos acaecidos que jamás se produjo. Y no estoy sugiriendo que la gestora intoxicase la campaña a favor o en contra de determinado candidato, digo sólo que debía haber explicado qué sentido tenía.
Tampoco hubiese venido mal un cambio en la asesoría de imagen personal, la excesiva naturalidad de la candidata no se valora de la misma manera fuera de Andalucía. Si bien algunas expresiones eran necesarias para subrayar el origen humilde de la candidata y su escaso apego a lo material, queda claro que los términos utilizados no fueron los más adecuados ya que realzaron esa mal entendida naturalidad. He oído hablar en persona y en muchas ocasiones a Susana Díaz, es una mujer formada con criterios bastante sólidos sobre temas de largo recorrido  como la crisis de la Unión Europea, el federalismo, la inmigración e incluso en temas tan áridos como el papel de impulso al desarrollo de las nuevas tecnologías. Y sin embargo, me ha costado reconocerla en los actos de estas primarias.
Defensa de propuestas. Si no hubo tiempo material para realizar el lanzamiento de la candidata mucho menos para exponer un programa que a todas luces debía ser orgánico y no de gobierno, y esto, prácticamente, a dos días de la votación. Los que votaban eran los militantes y elegían al secretario general, no al presidente del gobierno, ni siquiera al candidato a presidente. Excepto el cuerpo a cuerpo de un debate que el “corpus” electoral vio ya convenientemente tamizado por los medios, no hubo contrapropuestas ni medidas que contrastar a los enunciados de Sánchez.
De primero de campaña electoral es que se hace campaña en donde ganas, si la haces en donde pierdes consolidas a tus contrincantes. Para colmo, en Andalucía, se produce un fenómeno que si bien es inevitable podría haber sido amortiguado y es que los grupos contrarios a las direcciones provinciales se organizaron en torno a plataformas de apoyo a Pedro Sánchez.
Por otra parte, la falta de un análisis territorial queda puesto de manifiesto al observar los resultados. Susana Díaz sólo gana en Andalucía, pero en el parcial de la suma de las comunidades en las que hay gobiernos socialistas los resultados son que Díaz gana por 49,09%, le sigue Sánchez con el 43,76% y cierra López con un 6,95% (se incluyen en el cálculo las comunidades de Valencia y Baleares, obviamente). Luego, se puede determinar que Sánchez gana en aquellos territorios más propicios a “comprar” su relato. O lo que es lo mismo, desde el punto de vista de la militancia existen dos perspectivas en función del territorio en el que resida y de quien la gobierne. Y sin embargo no hubo una modulación del discurso en ese sentido.
Ataque al adversario. Ya se ha explicado. El candidato no debe ser el portavoz en la fase de ataque y sin embargo la fase de ataque se limitó al debate televisivo. Por el contrario Sanchez consiguió construir el marco referencial de que era Díaz quien había instigado la rebelión.
Pero hay más elementos que han jugado un papel perverso en la candidatura de Díaz como ha sido la captación de avales y esto porque jugaron el papel que en otros procesos electorales suelen jugar los sondeos de encargo. Una de las técnicas más utilizadas en las campañas electorales es la filtración de un sondeo adecuado ya sea propio, ajeno, cocinado, vegano, mediopensionista e incluso inventado. El único adecuado para una candidatura es el que a pocos días de las elecciones la establece como segunda opción pero muy cerca de la primera, porque consigue tensionar a los electores de esa candidatura y relajar a los del adversario. Y ese fue el papel que jugó la captación de avales, a favor de Sánchez, obviamente.
Desde mi humilde punto de vista, el enunciado más inadecuado fue, el de que primero está el país y después está el PSOE, sobre todo porque los electores eran los militantes del PSOE y el objeto del debate el partido y su situación en estos momentos. Sin embargo, el enunciado o marco referencial que se ha impuesto con más fuerza es el de que se destituyó a un secretario general para propiciar un gobierno del PP mediante la abstención, mientras que el marco de Díaz debía haber sido que se estaba impidiendo que el PP obtuviese la mayoría absoluta y el PSOE pasase a ser la tercera e incluso la cuarta fuerza política, lo que suponía cambiar radicalmente el argumentario de campaña: Lo que nos preocupaba era el partido y la perdida paulatina de relevancia tras dos derrotas electorales. Desde mi punto de vista un argumento mucho más sólido y adecuado de primero el país y luego el partido, porque éste último consolidaba el argumento de Sánchez.
Para la antología de los despropósitos quedan los resultados en favor de Sánchez en determinadas “plazas” pro Susana Díaz, lo que viene a cuestionar si algunos liderazgos locales no estarán ligeramente sobrevalorados. Y no me refiero únicamente a los de fuera de Andalucía.
Como consecuencia de todo lo anterior y de algunas cuestiones más como las continuas injerencias de Pablo Iglesias y el Partido Popular en el proceso o el posicionamiento de determinados medios de comunicación, la identificación de la candidata con los valores no llegó a producirse o sólo llegó a valorarse en Andalucía y tímidamente en las comunidades autónomas en donde hay gobiernos socialistas.
Quizás no guarde relación, pero supe que Pedro Sánchez sabía que había ganado cuando los medios de comunicación anunciaron que entraba a Ferraz en coche a través del garaje. Evidentemente Sánchez era consciente de la campaña que había hecho y de los errores de sus adversarios..
Estas son sólo algunas reflexiones personales sobre el desarrollo de una campaña de primarias y posiblemente sean equivocadas. Eso sí, en términos electorales, sigo pensando lo mismo que ayer, que si el PSOE abandona el centro izquierda y compite con Podemos-IU por el espacio que ellos ocupan, corre el riesgo de que sean ellos, Ciudadanos y el Partido Popular quienes ocupen el espacio del PSOE.

Y para terminar con una referencia a los cuentos de sastres, todo se reduce en la esencia del mismo. Algún sastrecillo más osado que valiente le vendió a Susana Díaz un traje de telas exóticas y bordados nunca vistos cuya belleza sabrían valorar adecuadamente los militantes socialistas, pero nadie tuvo el valor de decirle a tiempo que el traje que llevaba era de papel.