Todas las guerras empiezan de la misma manera, el discurso de un demagogo exaltado, la muerte de un inocente a manos de otro y el puñetazo en una mesa de otro exaltado. Las crisis alimentan en la misma medida a los profetas del fin del mundo y a los jugadores de ventaja que pretenden sacar provecho de la desgracia ajena, aunque para obtener beneficios aún haya que producir más dolor.
El asesinato de Cox lo pergueñó un "speeaker" enjuto, de mirada torva y estrecho de pecho sobre una caja de madera en un córner de Hyde Park, primero encendió la mecha del miedo al diferente por la amenaza a la pérdida del puesto de trabajo y luego alimentó las llamas del odio con banderas y glorias de tiempos pasados que ya no volverán, como dice la canción.
En Inglaterra, el debate en torno a la permanencia o salida de la Unión Europea ya había traspasado los límites de la exaltación para adentrarse en el territorio de la incitación al enfrentamiento, a la involución, al sueño de la razón. La mañana anterior al asesinato de la laborista Cox, lanchas de partidarios del sí y el no se enfrentaron en el Támesis frente al parlamento británico.
Alguien ya dijo que en la palabra hay más poder que en la espada, a veces aplaca y a veces enardece a quien la empuña. El discurso es solo la excusa, hay discursos de igualdad y discursos de diferencia, discursos de banderas, de territorios o de cultura, de identidad y de libertad, da igual, todos carecen de relevancia. La importancia radica en la entonación, en la utilidad que le dé el jugador de ventaja, en la intencionalidad.
Da igual que el exaltado se llame Trump, Sarkozy, Putin o al-Asad. Y ningún territorio, ninguna sociedad está exenta del discurso del exaltado. Todos los días oímos discursos interesados y trampososo contra el judio, el musulmán o el católico; el mejicano, el marroquí o el senegalés, la mujer, el niño, o el anciano; La necesidad es el hábitat propicio, el estado de gracia que multiplica la receptividad en la que el embrión de un simple discurso puede llegar a engendrar al monstruo que surge cuando la razón duerme y que se alimenta de los inocentes y de los más débiles. Cuidado con ciertos discursos, no son más que las flores del mal.
jueves, 16 de junio de 2016
El sueño de la razón
lunes, 9 de mayo de 2016
El postureo que no cesa
Pretender extraer alguna enseñanza
política de la serie Juego de Tronos aplicable al momento que
vivimos en España es como afirmar que viendo los Transformers se
aprende a arreglar lavadoras y hasta hormigoneras.
Conozco a gente que presume saber de
cocina porque ha leído las aventuras de Pepe Carvalho, a los que
Suskind les descubrió el sentido del olfato o que asistió al debate
moral en torno a la pobreza de Jesus leyendo a Ecco. Y no por ello
han llegado a tener alguna estrella Michelín, los han contratado en
Chanel o dan clase de Teología en la universidad católica de
Cracovia. A no ser que hayan completado los conocimientos que les han
proporcionado sus aficiones con algún proceso formativo
complementario.
La literatura, el cine, el teatro o la
televisión forman, pero por mucho que te guste Breaking Bad, jamás
te convertirás en un experto fabricante de drogas sintéticas apenas
siguiendo las aventuras de Walter White.
Es otra forma de comunicar, pero sólo
eso, formas. A estas alturas resulta complicado disociar las
negociaciones para formar gobierno de la escenificación de un baile
de salón, incluido Rajoy, al que nadie quiso sacar a bailar. Más
vale que a la hora de negociar, nuestros representantes hubiesen
cambiado las intrigas de enanos y dragones por algo más
contemporáneo y hubiesen visto con detenimiento Una mente
maravillosa, sobre la vida de John F. Nash, a ver si se les
quedaba algo de la Teoría de Juegos o, al menos, les hubiese dado
para alcanzar a entender que no es posible negociar para obtener
todos los beneficios, o, por el contrario, para que todos pierdan, en
primer lugar la ciudadanía. En el término medio se encontraba la
virtud del beneficio mutuo. Nunca hubo voluntad de negociar un
gobierno
Cuentan que Valle Inclán paseaba
acompañado de un joven poeta por un parque cuando en un momento éste
le preguntó al autor de Luces de Bohemia, “Qué flores tan
curiosas, flotan sobre el estanque ¿sabría usted como se llaman?, a
lo que Don Ramón María contestó, “por supuesto, son esas que
usted tanto cita en sus poemas, nenúfares”. Algo así le va a
acabar ocurriendo un día a Iglesias de tanto citar a Kant. La Paz
Perpetua es un articulado más cínico que real sobre las medidas que
los países deberían adoptar, en la época del autor, para conseguir
tan elevado fin, con un artículo secreto que establece que cuando
los políticos no se pongan de acuerdo sobre las medidas a adoptar
habrá que recurrir a los filósofos. Para el título, el pensador
usó el de un grabado que representaba un cementerio y que presidía
el comedor del restaurante que frecuentaba. Pues eso la Paz Perpetua,
que tanto preocupaba a Kant.
Pero hay otras “mentiras” más
preocupantes incluso que las de Kant. El liderazgo de Podemos en las
redes sociales, fundamentalmente en twitter, se sustenta en la labor
de los 400. La leyenda urbana dice que son incondicionales de la
formación encerrados dia y noche tuiteando sin descanso los
argumentarios de los líderes. En realidad son cuentas replicadas que
difunden, mediante un robot de publicación esos mismos
argumentarios. En la versión gratuita del programa en cuestión las
publicaciones están limitadas por el numero de mensajes originales,
de tan sólo tres cuentas. En la versión de pago se puede llegar al
seguimiento de hasta 100 cuentas. Si cada cuenta original emite 25
mensajes diarios, el robot los convertirá en un millón de tweets en
un sólo día, multiplicado por los meses de duración de la campaña
y por los retweets desinteresados, puede arrojar una cifra de
proporciones astronómicas.
Si la política de comunicación a
través de twitter va así. ¿Quien es el incauto que se va a creer
el sistema de financiación mediante crowdfunding?
Y luego está la casta. Porque cesar
fulminantemente a un Secretario de Organización y nombrar a otro a
dedo, ubicar paracaidistas de unas provincias para encabezar las
candidaturas de otras, celebrar asambleas en las que no se permiten
intervenciones de los militantes, utilizar la sala Vip de un
aeropuerto, que las candidaturas las elabore el líder supremo,
utilizar un parlamento puente mientras llegan las elecciones que de
verdad interesan o usar la demogogia hasta la extenuación sólo es
casta si lo hacen los demás partidos. Votar, con el PP, en contra de
la investidura de un candidato socialista a la presidencia del
gobierno, y decir que eres de izquierdas, como dice la publicidad de
la tarjeta de crédito, no tiene precio, y es de diván de
psicoanálisis.
Empieza otra campaña electoral y con
ella los eslóganes, los titulares y las formas, el postureo que
dicen los cursis. A primera vista, resulta inexplicable que quienes
más ayudan a este experimento de pequeña y mala caricatura de
proyecto político sean los propagandistas de la derecha más
neoliberal. Pero es cuestión de perspectiva, si se mira de cerca ya
todo cobra sentido y detrás de la demagogia y el postureo hay
incluso intereses comunes. El camino ya lo marcó Anguita.
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lunes, 1 de febrero de 2016
La profilaxis en los pactos
Me
produce el mismo entusiasmo la posibilidad de un pacto de gobierno entre PSOE y
Podemos que la presencia de Irene Lozano entre las filas socialistas del Congreso
de los Diputados: ninguno. Alguien debería poder explicar porque el discurso de
regeneración democrática se pone en manos de quien hasta hace dos días militaba
en otro partido y que desconoce la cultura y la trayectoria del PSOE. Igual los
militantes del PSOE necesitan una tutela externa que, personalmente, no acabo a
entender. Lo acertado o no de la inclusión de Irene Lozano en la candidatura
del PSOE por Madrid puede comprobarse en la evolución de la intención de voto
de las encuestas que se publicaron aquellos días.
Respecto
a la oportunidad del pacto con Podemos es el propio Pablo Iglesias quien
establece qué sentido tiene para su formación un pacto con el PSOE, el de
enfrentar a las dos tendencias que, según él, conviven en la formación
socialista para de ese enfrentamiento obtener el correspondiente beneficio
electoral. Léase si no la entrevista que concede a The New Left Review en la que marca como prioridad la necesidad de
ocupar el espacio del PSOE. Pero hay otras perlas cultivadas como su
explicación de cómo parecer antimonárquico, sin morir en el intento, asistiendo
a una recepción del rey o su pseudo intelectual y verborreica versión de la
famosa frase de Groucho Marx “Estos son mis principios, si no le gustan tengo
otros”. Todo ello, como no puede ser de otra manera, aderezado con referencias
y citas a/de Keynes o Gramsci. Esta vez no tocaba Kant.
Es
posible que coincida en que Mariano Rajoy no debe seguir un minuto más sentado
en la Moncloa. A todo el retroceso en garantías sociales y a la retahíla de
desmanes que contra los ciudadanos ha cometido este gobierno hay que unir las
recientes declaraciones del exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel
Fernández Ordoñez, en cuanto a que fue el gobierno de Rajoy el que aterrorizó a
los mercados e hizo inevitable el rescate o el bochornoso espectáculo que están
dando en la comunidad valenciana, por citar sólo los dos penúltimos capítulos
con que nos han obsequiado.
Los
resultados electorales de Podemos y su propia razón de ser responden a la
necesidad, como declara el propio Iglesias en la citada entrevista, de ocupar
el espacio del PSOE. Su estrategia electoral ha pasado por los ataques a los
dos partidos de la denominada “casta”, pero no ha obtenido un solo voto del PP
y sí se ha alimentado del electorado del PSOE, llevándose por delante a
Izquierda Unida. Tampoco ayuda mucho a entrever las buenas intenciones de la
formación morada la escenificación del anuncio del pacto: la soberbia con la
que se adjudicó varios ministerios, la vicepresidencia del gobierno y la
dirección de la RTVE o la mezcla de desprecio y condescendencia con las que
trató al Secretario General de los socialistas, al PSOE, a los militantes y,
por extensión, a los votantes socialistas.
El PSOE
perdió las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, como no había perdido
otras hasta ese momento. La explicación de porqué un partido que ha gobernado
contra la ciudadanía, a golpe de decreto, gana las elecciones es
incomprensible, si no se tiene en cuenta la inestimable labor realizada por
Podemos. Solo así se explica.
Es
cierto que las cifras del desempleo y el progresivo empobrecimiento de las
familias exigen acciones desesperadas o heroicas, como se quiera, antes que
permitir que Rajoy gobierne este país un minuto más.
Pero
así y todo, de llegar a buen puerto ese pacto, Pedro Sánchez debería blindar a su partido ante
la hoja de ruta de Pablo Iglesias, posiblemente renunciando a la opción de ser
Secretario General en el próximo Congreso Federal del PSOE y no comprometiendo
a la militancia en esa hoja de ruta mediante la consulta a las bases sobre la
idoneidad de los pactos.
Máximo Díaz-Cano y José Andrés Torres Mora se
preguntaban hace un par de días en El País “¿Por qué deberíamos ser tan crueles
los socialistas y contribuir con nuestro sacrificio a que Podemos pierda su
virginal pureza?”. En ese hipotético escenario en el que un pacto entre PSOE y
Podemos sea la única salida al negro horizonte que pronostica la continuidad
del PP en el gobierno, su consecución debería llevar aparejada la adopción de
algunas medidas higiénicas para evitar la estrategia de Iglesias de dinamitar
el PSOE y, como dicen Díaz-Cano y Torres
Mora, para evitar que Podemos pierda su virginal pureza.
Eso
opino.
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lunes, 18 de enero de 2016
Se abre el telón
Me
merece todo el respeto del mundo una madre dándole el pecho a su hijo. No me
interesa para nada esa imagen si se trata de una vuelta de tuerca más de este
populismo inmisericorde que nos asola. Y me preocupan las madres que no pueden
conciliar vida familiar y profesional. Dado que el acto tenía poco de
reivindicativo -las condiciones de dureza
en la que muchas mujeres realizan su trabajo hace impensable que nadie pueda
desear que no se separen de sus hijos en tales circunstancias- y nada de
necesidad -más que nada por la presencia
de la niñera entre los invitados y la existencia de una guardería en la cámara-
solo cabe inferir la opción de la propaganda populista.
Cada
auditorio, cada público y cada representación exigen registros diferentes, otra
puesta en escena, otros focos y vestuarios por parte del reparto que anuncia el
cartel de la obra. Esta semana, durante
la sesión constitutiva de la undécima legislatura ha sido la escena del niño en
el escaño y la de las lágrimas a las puertas del Congreso. Hace algo más de un
año, en la sesión constitutiva del Parlamento europeo fue un discurso de algo
más de siete minutos que culminaba con tanques entrando en París pilotados por
milicianos españoles y la enardecida
soflama sobre el orgullo de los desheredados de la tierra del sur de Europa.
De la
excursión a Europa ha quedado un sesudo
programa “colaborativo” de 36 páginas, que poco tiene que ver con la actividad
del eurodiputado Iglesias. A saber
Vicepresidente de la delegación para las relaciones con Mercosur y miembro de
la Comisión de Asuntos Exteriores y de la subcomisión de Derechos humanos. Nada
que ver con los discursos electorales de Podemos sobre la importancia de hacer
oír en Europa la voz de los desheredados, de los desahuciados y de los
embargados. De la etapa europea también ha traído una declaración de ingresos
de entre 2.000 y 10.000 euros mensuales por participar en debates políticos y
por dirigir un programa de televisión. Eso aparte de los ingresos que ha
percibido como eurodiputado y de lo que le ha podido reportar su labor como empresario.
Durante
su primera intervención en el parlamento europeo, Pablo Iglesias, consiguió que
el presidente de la sesión le llamase la atención en varias ocasiones por
superar el tiempo establecido, aunque él intentó con todas sus fuerzas que
pareciese que las llamadas de atención se debían al contenido de su discurso. Más
que una tomadura de pelo, un insulto a la inteligencia ¿Dónde residía entonces la
importancia del Parlamento Europeo?¿No era allí donde se abordaban los grandes
temas políticos y económicos y donde había que impedir que las clases sociales
más desfavorecidas siguieran sufriendo de peor manera los efectos de la crisis?
Hace
algunos años, Jesús Gil o José María Ruiz Mateos intentaron sendas aventuras
populistas, pero carecían de los conocimientos necesarios, ni sabían quién era
Goebbels ni habían oído hablar de las técnicas de Guerrilla de la Comunicación,
con lo que sus respectivas incursiones políticas fueron difuminándose con el
paso de las diferentes elecciones y de la capacidad de absorción del Partido
Popular de aquel electorado y de muchos de sus candidatos.
A pesar
de sus contradicciones, a pesar de la falta de una estructura democrática en su
propia formación y a pesar de la
inconsistencia de sus planteamientos programáticos vamos a continuar oyendo
hablar de la casta política, de las puertas giratorias y del tic tac. Porque el
populismo también tiene un espíritu reformista y ya no se disfraza de Superman
a la puerta de los juzgados o da ruedas de prensa desde una piscina marbellí. Este
populismo ha ido a la Universidad, controla las técnicas de comunicación y, como
aspecto imprescindible, cita a Kant. Es el nuevo populismo del siglo XXI, el Populismo
Ilustrado.
Hay
algo imperdonable en todo esto y es que al electorado se le ha escatimado en la
pasada campaña electoral, de manera intencionadamente perversa, el debate sobre
qué modelo de sanidad, de educación e incluso productivo defiende cada
formación y cada candidato. Por el contrario, hemos asistido a todo un abanico
de gestos, representaciones y puestas en escena, desde el guardarropa de
Alcampo al profundo conocimiento de la última serie de TV de moda pasando por
las tontadas en absolutamente todos los programas de variedades de la
televisión por la que han pasado la práctica totalidad de los líderes políticos.
Parece ser que este populismo es ya más contagioso que anteriores brotes.
La
función no ha hecho más que empezar, esto sólo han sido las fanfarrias para
llamar al público. Estoy seguro de que aún nos depararán escenas inimaginables
hasta ahora y momentos gloriosos.
Se abre
el telón.
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