sábado, 7 de octubre de 2017

La estrategia de la mala educación

Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el más claro proceder,
ni el más ancho pensamiento
Violeta Parra (Volver a los 17)

           
Marco Tulio Cicerón en su Commentariolum Petitionis, o breviario de campaña electoral, y más tarde Maquiavelo en su Príncipe, ya dan algunas pistas de cómo construir el relato, como vestir las decisiones del gobernante para contar con la aprobación de la ciudadanía. Goebbels ya en el siglo pasado llevó aquellos orígenes de la estrategia política a límites tan delirantes como perjudiciales para la salud de la raza humana, adoptando técnicas de manipulación que aún están vigentes en la actualidad. La irrupción de la televisión, con la cultura audiovisual, y de su mano la publicidad nos hizo ver que ya no consumíamos un jarabe negruzco y con gas, aquello era la chispa de la vida, que más que tampones lo que compramos es libertad, que los bancos dan forma a los sueños o que el precio de un coche es la expresión del nivel de éxito que hemos alcanzado en la vida.
Resultaría un poco tedioso explicarlo, pero en resumen fue así como fue evolucionó la comunicación política. Mientras unos estrategas defendían la credibilidad, la ideología, los valores sociales y el bienestar de la ciudadanía; otros hicieron religión de que el fin justifica los medios y echaron mano de las técnicas de manipulación y de cualquier artimaña que la tecnología pusiese a su alcance para influir en los sentimientos de la ciudadanía. Evidentemente, los hechos demuestran que ganaron los segundos. Ya lo dice la canción, “lo que puede el sentimiento no lo puede el saber”.
Por otra parte, si en estos momentos hay un problema en este país es el de la mala educación y tanto los miembros del gobierno de la nación como los del Govern Catalán se superan a diario en demostrarnos cuál de los dos siente menos respeto por una ciudadanía a la que ambos deberían proteger. La falta de respeto al que piensa de manera diferente y la inobservancia de unas mínimas formas de decoro y buen comportamiento nos han traído al laberinto en el que nos encontramos y del que será difícil salir sin desandar lo andado por la acción de unos y la inacción de otros. Alguien ha dicho que la política sirve para resolver los problemas de la sociedad, y sin embargo en estos últimos tiempos parece haberse olvidado esa premisa y la situación sea más bien la contraria.
Se vuelve complicado explicar el incremento del sentimiento independentista catalán (de un 11 a un 48% en los últimos años). Sin embargo no es tan complicado entender que sus consecuencias benefician electoralmente a los partidos independentistas en Cataluña y al Partido Popular en el resto de España. Lo que explica esa acción e inacción de los principales actores de una ópera bufa que, de no mejorar el libreto, tiene posibilidades de acabar en tragedia.
La acción de los unos, concretada en el diseño de una sutil estrategia en la que se han combinado un pacto de gobierno imposible entre independentistas de diferente pelaje ideológico, la construcción de un relato histórico y social cimentado sobre falsedades (como puede leerse en El País de 24 de septiembre de 2017) y una gran dosis de manipulación mediante técnicas de psicología social han propiciado  el crecimiento hasta límites insospechados del sentimiento independentista catalán. Y todo ello ideado y diseñado con técnicas más cercanas a Goebbels que a los principios de Valentí Almirall.
Ocurre también que en el territorio de los sentimientos no hay leyes ni jueces; no es de aplicación el 155 de la Constitución y no pueden ser reprimidos con tanquetas de agua o con porras. Porque los jueces, las leyes y las porras, lejos de eliminar los sentimientos, los arraigan aún más. Y en Cataluña hay miles de personas entre los que se ha extendido el sentimiento independentista como la hiedra de la canción. Pero es todavía más grave, el 1 de octubre no cometían ningún delito quienes iban a votar, los cometieron quienes convocaron el referéndum. Y ninguno de los convocantes, los ideólogos o los estrategas fue aporreado, golpeado o disparado con balas de goma.
En su libro Contra el populismo, uno de los ideólogos de cabecera del PP,  Jose María Lasalle, con acierto interesado describe algunas de las causas del auge de los populismos en Europa, esbozando también algunas de sus técnicas. Lo que apunta a que el gobierno es plenamente consciente de que esta batalla se libra en el territorio de los sentimientos y que las armas con que se pelea son comunicativas. Luego, si son conscientes de todo ello y no actúan en consecuencia es porque el rendimiento electoral en el resto de España, les compensa los daños colaterales en Cataluña. Aunque las portadas de los medios internacionales del 2 de octubre supusiese un balón de oxígeno para Puigdemont y su tropa.
También pisotearon varios derechos constitucionales los responsables del maltrato que sufrieron los ciudadanos el 1 de octubre: el ministro del interior, el secretario de estado de seguridad y el delegado del gobierno en Cataluña. Y bien harían los dinosaurios socialistas en defender con firmeza la democracia denunciando las ilegalidades cometidas en este proceso por los gobernantes, todos, los catalanes y los del gobierno de la nación y no denunciando la ilegalidad de unos y poniéndose de perfil ante la agresión de los otros. Siempre había pensado que uno de los valores del socialismo era la fraternidad universal y no la defensa de banderas o de líneas fronterizas, tan volubles ellas. Ahora resulta que nos movemos en la esquizofrenia que va de la plurinacionalidad a la defensa de un gobierno que también transgrede la norma para imponer el orden público. Perdónenme pero todo ello contrasta con la condena a un mendigo, por un juzgado barcelonés, a un año de cárcel por robar un pan. Ahora definan Justicia.
Ha habido manipulación; se están valorando los costes electorales de puestas de perfil, equidistancias, aplicación del artículo 155. Hay empresas saliendo de Cataluña y es posible que alguna de ellas salga de España. Pero sobre todas esas consecuencias de este aquelarre de la razón, la peor de todas es que la gente está empezando a sufrir y a tener miedo. Tienen miedo los que no creen en las banderas, los catalanistas, los mayores que no salen de sus casas desde el 1 de octubre en Barcelona (y conozco a alguno) y tenemos miedo los que asistimos atónitos al espectáculo que están dando unos gobernantes desvergonzados y maleducados incapaces de sentir el más mínimo respeto, ni tan siquiera, hacia  sus propios votantes.
En un mundo cada vez más globalizado, en el que las tecnologías de la información han eliminado tiempos, distancias y fronteras y en el que se está produciendo la mayor revolución incruenta en torno al conocimiento, el nacionalismo excluyente capaz de imponerse por encima de garantías individuales y de derechos colectivos carece de sentido. La obcecación en su imposición mediante el quebranto torticero y fraudulento de las mínimas normas de convivencia es la muestra más palpable del catetismo más casposo y rancio del que este país suele hacer gala esporádica y cíclicamente. Eduardo Mendoza lo ha dicho magistralmente, “el amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo”.
Pero no parece que se vaya a seguir el camino de la razón, más bien al contrario. Lo más probable es que los sentimientos los acaben gestionando los más radicales de ambos bandos. De imponerse el camino de la razón tan sólo cabría una solución, la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña e, inmediatamente, en España. Resetearlo todo para comenzar de cero.
Personalmente, no reconozco dios, bandera o patria, pero respeto profundamente a quienes los reconocen y ese reconocimiento les compromete a preocuparse por los demás. Pertenezco a una de las últimas generaciones a las que el estado arrebató un año de libertad y puso un arma en sus manos para formarlas en la defensa de la patria. No se si es por eso que a estas alturas de mi vida solo me siento atado al territorio de quienes amo y no reconozco más bandera que la de los sentimientos de esas mismas personas; para que se entienda, no soy de la patria de mis mayores si no del amor que aún siento de ellos y de los que me rodean. Lo demás casi que es todo circunstancial. Y me molestan profundamente los radicales, los incompetentes y quienes les protegen y justifican. Y tengo miedo,  porque quienes nos gobiernan nos han perdido el respeto.

Vale

jueves, 25 de mayo de 2017

Diario de un ex adicto a las campañas electorales. Un traje de papel.

Decía Wirthlin que la estrategia en comunicación política consiste en persuadir mediante la razón y motivar por la emoción. Además de otras muchas aportaciones a la tecnología electoral estableció las cuatro fases que debe contemplar cualquier campaña. A saber, construcción del personaje público o lanzamiento del candidato (conocimiento y posicionamiento), defensa de propuestas (1ª fase de la razón), ataque al adversario (2ª parte de la razón) y, finalmente, enunciado de valores e identificación de propuestas, partido, candidato y electores (emoción). Digo esto porque todo está ya escrito, pensado, puesto en práctica y testado (mi humilde experiencia en algunas campañas municipales así lo corrobora).
En España, el profesor Jose Luis Dader acuñó unos años después el término “Los nuevos Sastres del Emperador” para referirse a las nuevas técnicas y al papel de los asesores electorales actuales, hoy pienso que no muy acertadamente. Visto el paisaje y conociendo el cuento sería más acertado referirse de esta manera a quienes se sitúan más cerca de los Sastrecillos Valientes que de los Sastres del Emperador, por seguir con la metáfora de los relatos de costuras, tan en boga en estos días.
Sirva el anterior dislate o dispersión para introducir unas reflexiones sobre los errores de la campaña a las primarias que ha cometido el equipo de Susana Díaz.
La construcción de la imagen pública de la candidata. El anuncio de la candidatura de Susana Díaz se produjo muy tarde, eso hizo que el lanzamiento del candidato o candidata no fuese el adecuado, el escaso tiempo no permitió construir una imagen que se acercase más a la realidad personal y huyese de estereotipos falsos que no respondían a estrategia alguna o si lo hacían era bastante peregrina.
En este mismo sentido hay que apuntar la nula labor didáctica que los miembros de la propia gestora realizaron sobre los hechos que motivaron su constitución. Hizo falta una declaración de principios inicial y la construcción del relato real de los hechos acaecidos que jamás se produjo. Y no estoy sugiriendo que la gestora intoxicase la campaña a favor o en contra de determinado candidato, digo sólo que debía haber explicado qué sentido tenía.
Tampoco hubiese venido mal un cambio en la asesoría de imagen personal, la excesiva naturalidad de la candidata no se valora de la misma manera fuera de Andalucía. Si bien algunas expresiones eran necesarias para subrayar el origen humilde de la candidata y su escaso apego a lo material, queda claro que los términos utilizados no fueron los más adecuados ya que realzaron esa mal entendida naturalidad. He oído hablar en persona y en muchas ocasiones a Susana Díaz, es una mujer formada con criterios bastante sólidos sobre temas de largo recorrido  como la crisis de la Unión Europea, el federalismo, la inmigración e incluso en temas tan áridos como el papel de impulso al desarrollo de las nuevas tecnologías. Y sin embargo, me ha costado reconocerla en los actos de estas primarias.
Defensa de propuestas. Si no hubo tiempo material para realizar el lanzamiento de la candidata mucho menos para exponer un programa que a todas luces debía ser orgánico y no de gobierno, y esto, prácticamente, a dos días de la votación. Los que votaban eran los militantes y elegían al secretario general, no al presidente del gobierno, ni siquiera al candidato a presidente. Excepto el cuerpo a cuerpo de un debate que el “corpus” electoral vio ya convenientemente tamizado por los medios, no hubo contrapropuestas ni medidas que contrastar a los enunciados de Sánchez.
De primero de campaña electoral es que se hace campaña en donde ganas, si la haces en donde pierdes consolidas a tus contrincantes. Para colmo, en Andalucía, se produce un fenómeno que si bien es inevitable podría haber sido amortiguado y es que los grupos contrarios a las direcciones provinciales se organizaron en torno a plataformas de apoyo a Pedro Sánchez.
Por otra parte, la falta de un análisis territorial queda puesto de manifiesto al observar los resultados. Susana Díaz sólo gana en Andalucía, pero en el parcial de la suma de las comunidades en las que hay gobiernos socialistas los resultados son que Díaz gana por 49,09%, le sigue Sánchez con el 43,76% y cierra López con un 6,95% (se incluyen en el cálculo las comunidades de Valencia y Baleares, obviamente). Luego, se puede determinar que Sánchez gana en aquellos territorios más propicios a “comprar” su relato. O lo que es lo mismo, desde el punto de vista de la militancia existen dos perspectivas en función del territorio en el que resida y de quien la gobierne. Y sin embargo no hubo una modulación del discurso en ese sentido.
Ataque al adversario. Ya se ha explicado. El candidato no debe ser el portavoz en la fase de ataque y sin embargo la fase de ataque se limitó al debate televisivo. Por el contrario Sanchez consiguió construir el marco referencial de que era Díaz quien había instigado la rebelión.
Pero hay más elementos que han jugado un papel perverso en la candidatura de Díaz como ha sido la captación de avales y esto porque jugaron el papel que en otros procesos electorales suelen jugar los sondeos de encargo. Una de las técnicas más utilizadas en las campañas electorales es la filtración de un sondeo adecuado ya sea propio, ajeno, cocinado, vegano, mediopensionista e incluso inventado. El único adecuado para una candidatura es el que a pocos días de las elecciones la establece como segunda opción pero muy cerca de la primera, porque consigue tensionar a los electores de esa candidatura y relajar a los del adversario. Y ese fue el papel que jugó la captación de avales, a favor de Sánchez, obviamente.
Desde mi humilde punto de vista, el enunciado más inadecuado fue, el de que primero está el país y después está el PSOE, sobre todo porque los electores eran los militantes del PSOE y el objeto del debate el partido y su situación en estos momentos. Sin embargo, el enunciado o marco referencial que se ha impuesto con más fuerza es el de que se destituyó a un secretario general para propiciar un gobierno del PP mediante la abstención, mientras que el marco de Díaz debía haber sido que se estaba impidiendo que el PP obtuviese la mayoría absoluta y el PSOE pasase a ser la tercera e incluso la cuarta fuerza política, lo que suponía cambiar radicalmente el argumentario de campaña: Lo que nos preocupaba era el partido y la perdida paulatina de relevancia tras dos derrotas electorales. Desde mi punto de vista un argumento mucho más sólido y adecuado de primero el país y luego el partido, porque éste último consolidaba el argumento de Sánchez.
Para la antología de los despropósitos quedan los resultados en favor de Sánchez en determinadas “plazas” pro Susana Díaz, lo que viene a cuestionar si algunos liderazgos locales no estarán ligeramente sobrevalorados. Y no me refiero únicamente a los de fuera de Andalucía.
Como consecuencia de todo lo anterior y de algunas cuestiones más como las continuas injerencias de Pablo Iglesias y el Partido Popular en el proceso o el posicionamiento de determinados medios de comunicación, la identificación de la candidata con los valores no llegó a producirse o sólo llegó a valorarse en Andalucía y tímidamente en las comunidades autónomas en donde hay gobiernos socialistas.
Quizás no guarde relación, pero supe que Pedro Sánchez sabía que había ganado cuando los medios de comunicación anunciaron que entraba a Ferraz en coche a través del garaje. Evidentemente Sánchez era consciente de la campaña que había hecho y de los errores de sus adversarios..
Estas son sólo algunas reflexiones personales sobre el desarrollo de una campaña de primarias y posiblemente sean equivocadas. Eso sí, en términos electorales, sigo pensando lo mismo que ayer, que si el PSOE abandona el centro izquierda y compite con Podemos-IU por el espacio que ellos ocupan, corre el riesgo de que sean ellos, Ciudadanos y el Partido Popular quienes ocupen el espacio del PSOE.

Y para terminar con una referencia a los cuentos de sastres, todo se reduce en la esencia del mismo. Algún sastrecillo más osado que valiente le vendió a Susana Díaz un traje de telas exóticas y bordados nunca vistos cuya belleza sabrían valorar adecuadamente los militantes socialistas, pero nadie tuvo el valor de decirle a tiempo que el traje que llevaba era de papel.