sábado, 26 de septiembre de 2009

Un buen comienzo


(o dispersión sobre el título de un blog)

En la película Filadelfía de Jonathan Demme, protagonizada por Tom Hanks y que supuso el debut en Hollywood de Antonio Banderas, hay un chiste al que suelo recurrir, con bastante frecuencia, cuando la realidad adversa me obliga a interpretarla en términos positivos. Un personaje viene a decirle a otro “- ¿Que son 100 abogados en el fondo del mar?”, el otro contesta: “- Un buen principio”.
Cuando contaba 15 o 16 años, finales de los 70, solía vestir una indumentaria invernal un tanto exótica: Botas militares de hebillas, pantalón vaquero embutido en las botas, jersey grueso de cuello alto, impermeable largo, bufanda del atlético, gorro de montaña verde y, además, fumaba en pipa (ahora sé que no era la edad, pero lo hacía). Mi visión debía inquietar bastante a compañeros de clase y profesores, no digamos a mi madre con quien mantenía encontradas opiniones acerca de aquella particular indumentaria. El caso es que a mí me parecía un ejercicio de libertad en el ámbito de mi metro cuadrado de capacidad de decisión que, por otra parte, aún hoy continúo reivindicando.
Siempre he dicho que los recuerdos son hijos bastardos de nuestros deseos, pero hijos al fin y al cabo, de ahí que exaltemos sus mejores virtudes y obviemos sus defectos (a nadie le huelen sus pedos ni sus hijos les parecen feos). Recuerdo aquella época con cariño y con nostalgia (que diría el cronista oficial de mi pueblo, igual que dice “marco incomparable” sin inmutarse en lo más mínimo): me manifestaba contra la selectividad, contra la OTAN, contra la iglesia y contra la mayonesa sin huevos si hacía falta (soy consciente de que esto de la juventud inconformista es un tic patológico en quienes sobrepasamos los cuarenta y tantos, pero qué le vamos a hacer, los designios de Cronos son insondables).
Vivía feliz porque al hombre lo embrutecen las circunstancias, y las mías, aunque humildes, habían sido propicias. A los 13 años ya dirigí mi primer periódico (impreso en la multicopista del cole, claro) y había hecho alguna comprometida entrevista a un chaval dos años mayor que yo que pasaba los fines de semana en Montilla y que el resto de la semana traficaba con el Varón Dandy de su padre en los lavabos del correccional en el que estaba interno por hurto reincidente. Para documentar aquella entrevista (para la que el querido Pepe Jaén, el director del colegio, me cedió la sala de profesores) incluso llegué a hablar con José Luis Martín Vigil por teléfono en cinco o seis ocasiones, el sacerdote publicaba en la misma época un reportaje por entregas en Interviú sobre la vida en las cárceles españolas (en aquellas conversaciones llegó a confesarme que tenía una fuente privilegiada: un cuñado suyo era funcionario de prisiones). Años más tarde, Enrique, el chaval al que le hice la entrevista aparecería muerto en el arcén de una carretera, imagino que por una deuda de “menudeo”, que era a lo que se dedicaba: aún así, un tipo de principios.
Un par de años o tres más tarde, ya en Bachillerato en el Inca Garcilaso, y con la pinta de “friki” antes referida (cielos he escrito “antes referida”, estoy siendo abducido por el cronista oficial de mi pueblo), unos cuantos amigos pusimos en marcha “El Taciturno Bucólico”, una especie de publicación de opiniones inconformistas heredera de la cultura del periodismo romántico de finales del XIX y de los picores propios de la adolescencia que nos asolaba (sólo a mis amigos y a mí). De aquella época recuerdo con especial cariño (otra del cronista, esto tiene ya toda la pinta de ser un caso para el Padre Carrás, no voy a tener más remedio que consultarle) el Editorial del primer número en el que justificaba el nombre del título en la cita que aparece en el inicio de una novela de Vázquez Montalbán.
Vayamos concluyendo: toda esta dispersión viene a cuento porque andaba yo dándole vueltas al título que quería ponerle a este blog cuando ha sucedido que se ha liado parda con la indumentaria de las hijas de Zapatero en el MOMA, la polémica me ha recordado mi propia indumentaria de hace más de treinta años y de ahí a encontrar el título para el blog ha sido todo uno (creo que necesito recuperar aquel editorial, hacía referencia a la multipersonalidad, por si lo necesita el padre Carrás más que nada).
En cuanto a lo de las hijas de Zapatero: Imagino que cualquiera que lea esto entenderá que prefiero la indumentaria de las hijas de Zapatero en la foto con Obama que los pies de Aznar sobre la mesa del rancho de Bush, mientras lo primero lo entiendo como un ejercicio de libertad en el ámbito del metro cuadrado de la capacidad de decisión de las hijas de Zapatero, lo segundo se inscribe en el ámbito de nivel de docilidad que Aznar necesitaba expresar a Bush en aquellos momentos.
Dicho esto, y al margen de todo ello, esta semana se ha reunido el G-20 para hablar sobre la situación económica y el futuro del sistema financiero, la Asamblea General de la ONU ha debatido de multilateralidad, Zapatero preside la Comisión de Seguridad de la ONU y Estados Unidos y China han pactado una reducción de emisiones de CO2. En España, hay un presunto juez prevaricador y un presunto caso de financiación ilegal por parte del PP valenciano. A nivel local, el cronista oficial de mi pueblo sigue escribiendo sin coma y sin puntos seguidos mientras que el tonto tecnológico local de turno habla de "comunicación eficaz". Mientras tanto, alguien a estas horas da los últimos retoques a lo que Rajoy se habrá aprendido para mañana contar en Dos Hermanas: no a la subida de impuestos, la economía española se encuentra en el caos, Zapatero debería convocar elecciones anticipadas...
Y mientras tanto el PP sigue sin arrimar el hombro para solucionar la crisis.
Lo dicho. Prefiero la indumentaria de las hijas de Zapatero en la foto con Obama que los pies de Aznar sobre la mesa del rancho de Bush. Más que nada porque, en cuanto a lo que a libertad individual se refiere, es un buen principio. Vale.