lunes, 18 de enero de 2016

Se abre el telón

Me merece todo el respeto del mundo una madre dándole el pecho a su hijo. No me interesa para nada esa imagen si se trata de una vuelta de tuerca más de este populismo inmisericorde que nos asola. Y me preocupan las madres que no pueden conciliar vida familiar y profesional. Dado que el acto tenía poco de reivindicativo -las condiciones de dureza en la que muchas mujeres realizan su trabajo hace impensable que nadie pueda desear que no se separen de sus hijos en tales circunstancias- y nada de necesidad -más que nada por la presencia de la niñera entre los invitados y la existencia de una guardería en la cámara- solo cabe inferir la opción de la propaganda populista.
Cada auditorio, cada público y cada representación exigen registros diferentes, otra puesta en escena, otros focos y vestuarios por parte del reparto que anuncia el cartel de la obra.  Esta semana, durante la sesión constitutiva de la undécima legislatura ha sido la escena del niño en el escaño y la de las lágrimas a las puertas del Congreso. Hace algo más de un año, en la sesión constitutiva del Parlamento europeo fue un discurso de algo más de siete minutos que culminaba con tanques entrando en París pilotados por milicianos españoles  y la enardecida soflama sobre el orgullo de los desheredados de la tierra del sur de Europa.
De la excursión a Europa ha quedado un sesudo programa “colaborativo” de 36 páginas, que poco tiene que ver con la actividad del eurodiputado Iglesias.  A saber Vicepresidente de la delegación para las relaciones con Mercosur y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y de la subcomisión de Derechos humanos. Nada que ver con los discursos electorales de Podemos sobre la importancia de hacer oír en Europa la voz de los desheredados, de los desahuciados y de los embargados. De la etapa europea también ha traído una declaración de ingresos de entre 2.000 y 10.000 euros mensuales por participar en debates políticos y por dirigir un programa de televisión. Eso aparte de los ingresos que ha percibido como eurodiputado y de lo que le ha podido reportar su labor como empresario.
Durante su primera intervención en el parlamento europeo, Pablo Iglesias, consiguió que el presidente de la sesión le llamase la atención en varias ocasiones por superar el tiempo establecido, aunque él intentó con todas sus fuerzas que pareciese que las llamadas de atención se debían al contenido de su discurso. Más que una tomadura de pelo, un insulto a la inteligencia ¿Dónde residía entonces la importancia del Parlamento Europeo?¿No era allí donde se abordaban los grandes temas políticos y económicos y donde había que impedir que las clases sociales más desfavorecidas siguieran sufriendo de peor manera los efectos de la crisis?
Hace algunos años, Jesús Gil o José María Ruiz Mateos intentaron sendas aventuras populistas, pero carecían de los conocimientos necesarios, ni sabían quién era Goebbels ni habían oído hablar de las técnicas de Guerrilla de la Comunicación, con lo que sus respectivas incursiones políticas fueron difuminándose con el paso de las diferentes elecciones y de la capacidad de absorción del Partido Popular de aquel electorado y de muchos de sus candidatos.
A pesar de sus contradicciones, a pesar de la falta de una estructura democrática en su propia formación  y a pesar de la inconsistencia de sus planteamientos programáticos vamos a continuar oyendo hablar de la casta política, de las puertas giratorias y del tic tac. Porque el populismo también tiene un espíritu reformista y ya no se disfraza de Superman a la puerta de los juzgados o da ruedas de prensa desde una piscina marbellí. Este populismo ha ido a la Universidad, controla las técnicas de comunicación y, como aspecto imprescindible, cita a Kant. Es el nuevo populismo del siglo XXI, el Populismo Ilustrado.
Hay algo imperdonable en todo esto y es que al electorado se le ha escatimado en la pasada campaña electoral, de manera intencionadamente perversa, el debate sobre qué modelo de sanidad, de educación e incluso productivo defiende cada formación y cada candidato. Por el contrario, hemos asistido a todo un abanico de gestos, representaciones y puestas en escena, desde el guardarropa de Alcampo al profundo conocimiento de la última serie de TV de moda pasando por las tontadas en absolutamente todos los programas de variedades de la televisión por la que han pasado la práctica totalidad de los líderes políticos. Parece ser que este populismo es ya más contagioso que anteriores brotes.
La función no ha hecho más que empezar, esto sólo han sido las fanfarrias para llamar al público. Estoy seguro de que aún nos depararán escenas inimaginables hasta ahora y momentos gloriosos.

Se abre el telón.