sábado, 2 de mayo de 2015

Ocho millones y medio de razones para formar gobierno

Parece previsible que a lo largo de la primera quincena de mayo podrá producirse la investidura de la Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y que, afortunadamente, ello derivará en la formación del nuevo gobierno andaluz. Las circunstancias para que estos hechos se produzcan son que alguna que otra fuerza minoritaria baraja abstenerse en la segunda votación, que tan sólo exige mayoría simple para llevar a efecto la investidura.
Los partidos, con representación en la cámara andaluza, que propiciarán estas circunstancias han puesto sobre la mesa condiciones que van desde que los expresidentes Chaves y Griñán renuncien a sus respectivos escaños hasta la ruptura de relaciones con las entidades financieras que ejecutan desahucios. Aunque igual podían haber pedido que las sesiones del parlamento se celebren sólo los días impares del mes o la construcción de una línea AVE para conectar San Sebastián de los Ballesteros en Córdoba con Alfarnatejo en Málaga, tan necesaria.
La verdad es que todo esto suena un poco a broma de no ser porque lo que de verdad produce es tristeza. Andalucía necesita sin demora un gobierno que gestione y desarrolle políticas progresistas frente a la descerebrada austeridad del gobierno de España. No es que la administración se haya parado pero, tras unas elecciones, lo deseable es que las instituciones acusen el impulso de un nuevo gobierno.
A los dirigentes de los partidos políticos de nuevo cuño se les llena la boca de lo sagrada que es la soberanía popular pero olvidan, cuando plantean sus condiciones, que hace tan sólo unas semanas, la sagrada soberanía popular amortizó la responsabilidad política de Chaves y Griñán, las relaciones de la Junta con esas entidades financieras, y cuantas otras reivindicaciones programáticas deberán postergar al sueño de la legislatura, hasta que vuelvan a desempolvarse para configurar los programas electorales de la ilusión y de la gente. Y es que el PSOE hace programas electorales para que a los que viven en Marte les dé depresión (nótese el tono cínico, por favor). Y esto desde la seguridad de que el momento de la política con mayúsculas llegará, la política de la negociación y el acuerdo para sacar adelante leyes para la convivencia, para el progreso y para la justicia social. Pero en sede parlamentaria, no en mesa camilla.
Vayan por delante varias consideraciones personales. Que tengo la convicción de que ni Chaves ni Griñán tienen responsabilidad penal en el caso de los ERE, aunque la tienen política porque nombraron al que nombró al tipo que se metió por la nariz unos pocos de cientos de miles de euros que deberían haber ido a parar a familias necesitadas o que ya cansa ver a los consejeros delegados de las entidades financieras diciendo que empiezan a ver el final del túnel y que las cuentas de beneficios empiezan a reflejar el aumento del consumo de las familias, como si alguna vez hubiesen tenido pérdidas.

Los ciudadanos no están cansados de la política en general, de lo que están cansados es de que la política se preocupe más por sí misma que por los problemas de la gente. Y en eso andamos metidos, en negociar las condiciones para propiciar un gobierno que no puede retrasarse un solo día en tomar decisiones y gestionar una comunidad con ocho millones y medio de habitantes y muchas necesidades.