Me
produce el mismo entusiasmo la posibilidad de un pacto de gobierno entre PSOE y
Podemos que la presencia de Irene Lozano entre las filas socialistas del Congreso
de los Diputados: ninguno. Alguien debería poder explicar porque el discurso de
regeneración democrática se pone en manos de quien hasta hace dos días militaba
en otro partido y que desconoce la cultura y la trayectoria del PSOE. Igual los
militantes del PSOE necesitan una tutela externa que, personalmente, no acabo a
entender. Lo acertado o no de la inclusión de Irene Lozano en la candidatura
del PSOE por Madrid puede comprobarse en la evolución de la intención de voto
de las encuestas que se publicaron aquellos días.
Respecto
a la oportunidad del pacto con Podemos es el propio Pablo Iglesias quien
establece qué sentido tiene para su formación un pacto con el PSOE, el de
enfrentar a las dos tendencias que, según él, conviven en la formación
socialista para de ese enfrentamiento obtener el correspondiente beneficio
electoral. Léase si no la entrevista que concede a The New Left Review en la que marca como prioridad la necesidad de
ocupar el espacio del PSOE. Pero hay otras perlas cultivadas como su
explicación de cómo parecer antimonárquico, sin morir en el intento, asistiendo
a una recepción del rey o su pseudo intelectual y verborreica versión de la
famosa frase de Groucho Marx “Estos son mis principios, si no le gustan tengo
otros”. Todo ello, como no puede ser de otra manera, aderezado con referencias
y citas a/de Keynes o Gramsci. Esta vez no tocaba Kant.
Es
posible que coincida en que Mariano Rajoy no debe seguir un minuto más sentado
en la Moncloa. A todo el retroceso en garantías sociales y a la retahíla de
desmanes que contra los ciudadanos ha cometido este gobierno hay que unir las
recientes declaraciones del exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel
Fernández Ordoñez, en cuanto a que fue el gobierno de Rajoy el que aterrorizó a
los mercados e hizo inevitable el rescate o el bochornoso espectáculo que están
dando en la comunidad valenciana, por citar sólo los dos penúltimos capítulos
con que nos han obsequiado.
Los
resultados electorales de Podemos y su propia razón de ser responden a la
necesidad, como declara el propio Iglesias en la citada entrevista, de ocupar
el espacio del PSOE. Su estrategia electoral ha pasado por los ataques a los
dos partidos de la denominada “casta”, pero no ha obtenido un solo voto del PP
y sí se ha alimentado del electorado del PSOE, llevándose por delante a
Izquierda Unida. Tampoco ayuda mucho a entrever las buenas intenciones de la
formación morada la escenificación del anuncio del pacto: la soberbia con la
que se adjudicó varios ministerios, la vicepresidencia del gobierno y la
dirección de la RTVE o la mezcla de desprecio y condescendencia con las que
trató al Secretario General de los socialistas, al PSOE, a los militantes y,
por extensión, a los votantes socialistas.
El PSOE
perdió las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, como no había perdido
otras hasta ese momento. La explicación de porqué un partido que ha gobernado
contra la ciudadanía, a golpe de decreto, gana las elecciones es
incomprensible, si no se tiene en cuenta la inestimable labor realizada por
Podemos. Solo así se explica.
Es
cierto que las cifras del desempleo y el progresivo empobrecimiento de las
familias exigen acciones desesperadas o heroicas, como se quiera, antes que
permitir que Rajoy gobierne este país un minuto más.
Pero
así y todo, de llegar a buen puerto ese pacto, Pedro Sánchez debería blindar a su partido ante
la hoja de ruta de Pablo Iglesias, posiblemente renunciando a la opción de ser
Secretario General en el próximo Congreso Federal del PSOE y no comprometiendo
a la militancia en esa hoja de ruta mediante la consulta a las bases sobre la
idoneidad de los pactos.
Máximo Díaz-Cano y José Andrés Torres Mora se
preguntaban hace un par de días en El País “¿Por qué deberíamos ser tan crueles
los socialistas y contribuir con nuestro sacrificio a que Podemos pierda su
virginal pureza?”. En ese hipotético escenario en el que un pacto entre PSOE y
Podemos sea la única salida al negro horizonte que pronostica la continuidad
del PP en el gobierno, su consecución debería llevar aparejada la adopción de
algunas medidas higiénicas para evitar la estrategia de Iglesias de dinamitar
el PSOE y, como dicen Díaz-Cano y Torres
Mora, para evitar que Podemos pierda su virginal pureza.
Eso
opino.
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