miércoles, 1 de mayo de 2013

Mariano, estás despedido


Las Empresas no tienen paciencia ninguna con sus directivos. Si la cuenta de resultados no le satisface al Consejo de Administración, el Consejero Delegado y el Gerente van a la calle. Si Hacen una campaña publicitaria que no aumenta las ventas, el de marketing y publicidad se van a contar frailes. Si compran componentes en mal estado o mas caros que los que puede suministrar otra empresa, el de logística va al paro. Y eso sin necesidad de ninguna crisis. En tiempos de bonanza empresarial ya se despedía a directivos en el sector privado por manifiesta incompetencia. Parece lógico.

Imagínese una multinacional que hace año y pico cambió al Consejero Delegado. Que ese Consejero Delegado o gerente presentó un plan de expansión para la empresa, dado que los efectos de la crisis había mermado la capacidad de producción. Y que un año y pico después aun no ha cumplido una sola de las propuestas que presentó al Consejo de Administración para aumentar la producción. Imagine que desembarcó con un equipo que, según él, tenia una preparación y una experiencia reputadísimas para sacar a la empresa del bache en el que la había dejado el anterior Consejero Delegado. Imagine también que ha resultado que todos esos probados expertos fueron responsables, desde la competencia, de algunos de los males que ahora padece la empresa. Imagine que la empresa sigue reduciendo la producción y despidiendo a trabajadores, que es una relación lógica por otra parte, y que el Consejero Delegado no aparece para explicar al Consejo de Administración porqué sigue despidiendo gente si con eso lo único que ocurre es que producen aun menos. Imagínese que cuando explica algo no lo hace en persona, sino que manda a algún subordinado que, dibujando una sonrisa estúpida, repite una y otra vez que la culpa sigue siendo del anterior Consejero Delegado, al que echó el Consejo de Administración hace año y medio. Que, con todo, los datos del anterior Consejero Delegado eran mejores que los del actual. Imagínese que cada vez que esa empresa despide gente, sus trabajadores ganan menos porque tienen que soportar la indemnización que hay que pagar a los que se despide. Imagine que de la gente que se ha despedido ya de la empresa, a unos se les ha acabado la indemnización y ya no tienen para comer, a los otros dificilmente les llega con la miserable indemnización para llegar a final de mes. Siga imaginando que el Consejero Delegado viaja continuamente para pedir consejo y seguir las indicaciones que le dan los consejeros delegados de otras empresas de la competencia, a las que por otra parte les va mejor que a la de nuestro Consejero Delegado.

Imagínese, para ir finalizando, que usted y yo somos miembros de ese Consejo de Administración. ¿No cree que deberíamos despedir a este incompetente y a toda la caterva de aduladores cejijuntos con sonrisa estúpida y voz ridícula que le acompañan?

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