lunes, 23 de agosto de 2010
Otro bocadillo de chicharrones para el directorcillo del periodiquillo
En Córdoba, el Directorcillo del Periodiquillo de Alcanfor, al igual que hace todos los fines de semana, ha emborronado otra página de su periodiquillo para embestir contra los políticos. Determinados políticos, no todos. El artículo, siguiendo el manual de estilo ideológico y doctrinario del periodiquillo, habla de (cito las expresiones) coches de cristal tintado y politicos caciquillos locales, de la condena al olvido para los damnificados y de manguerazos en los zapatos antes de subir a los coches de cristal tintado. Todo esto le sirve al directorcillo del periodiquillo para, erigiendose en adalid de los “parias de la tormenta”, denunciar la indolencia de las administraciones y el oportunismo de sus dirigentes. Él sí sabe de lo que habla, me imagino al directorcillo del periodiquillo bajándose de su propio coche, sin haberse desprendido de la visera y los manguitos de la redacción, más que nada para que todo el mundo sepa que él es el directorcillo del periodiquillo, llenándose los zapatos, los manguitos y la visera del lodo de la catástrofe.
Dice el directorcillo del periodiquillo que, a estas alturas, el barro ya se habrá agrietado y ni siquiera entonces dice la verdad. El barro y el lodo siempre permanecerán en Aguilar o en Bujalance, en primer lugar porque se humedece todos los días con las lágrimas de los que él llama “parias de la tormenta”, en segundo lugar porque en el recuerdo, en la habitación del dolor del palacio de la memoria, Aguilar y Bujalance siempre tendrán el barro de las lluvias de anoche. Lo que pasa es que para que la vida te vaya llenando de recuerdos tristes la habitación del dolor es preciso haberlo presenciado y no escribir de oidas.
Porque en su periodiquillo, el directorcillo, permite que se escriba de oidas. Siguiendo la máxima de “no impidas que la realidad te estropee una buena noticia”, sus redactores escriben sobre actos, acuerdos, convocatorias o hechos a los que no asisten. Recuerdo una ocasión en la que, durante semanas, su periodiquillo publicó que otro político “caciquillo” local había redecorado su despacho por valor de 70.000 Euros. En realidad se había intervenido sobre la sede de una administración, en un edificio protegido, adecuando espacios y remozando estructuras para albergar un departamento completo de esa administración. Además de los despachos de, no uno, sino dos políticos, también se reformaron y adecuaron espacios para otros quince puestos entre técnicos y administrativos. Pero por más que se invitó insistentemente a que algún fotógrafo del periodiquillo visitase las obras realizadas, no hubo manera de que el periodiquillo rectificase.
Pero que el directorcillo del periodiquillo escriba sobre los parias de la tormenta no suele ser habitual, a él le gusta más emborronar su página semanal hablando del liderazgo social que debe ejercer el último representante de la iglesia recién llegado a la ciudad, o al menos eso es lo que él piensa como el portavoz de la sociedad cordobesa en que se ha autoerigido. También le gusta escribir arengas sociopolíticas sobre el despertar económico de esta Córdoba adormecida, según él. Como lo que el directorcillo busca es la contratación de publicidad en el periodiquillo por parte de la entidad financiera, las encendidas loas que dedicaba a quienes antes la dirigían, se han vuelto ahora reproches, para dedicar renovados piropos a los actuales propietarios. Ah, poderoso caballero...
Jose María Izquierdo escribe estos días en El País sobre los jinetes del apocalipsis, aquellos que cada mañana en sus periódicos y a todas horas en las interminables tertulias de las televisiones y radios que controlan nos preparan una buena infusión de pesimismo y nos pintan un paisaje aun más oscuro y tenebroso al que nos ofrece la realidad cotidiana. No hablan ni escriben, las plumas mercenarias de la derecha más rancia y montaraz se empapan de sus propios humores y vomitan mentiras y medias verdades con las que oscurecer aun más el horizonte de esta sociedad ya de por sí vapuleada por las circunstancias. El jinete al que dedicó su sección el pasado domingo fue Carlos Dávila. Pues nada, además de para Carlos Dávila, otro bocadillo de chicharrones para el directorcillo del periodiquillo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario