Me
merece todo el respeto del mundo una madre dándole el pecho a su hijo. No me
interesa para nada esa imagen si se trata de una vuelta de tuerca más de este
populismo inmisericorde que nos asola. Y me preocupan las madres que no pueden
conciliar vida familiar y profesional. Dado que el acto tenía poco de
reivindicativo -las condiciones de dureza
en la que muchas mujeres realizan su trabajo hace impensable que nadie pueda
desear que no se separen de sus hijos en tales circunstancias- y nada de
necesidad -más que nada por la presencia
de la niñera entre los invitados y la existencia de una guardería en la cámara-
solo cabe inferir la opción de la propaganda populista.
Cada
auditorio, cada público y cada representación exigen registros diferentes, otra
puesta en escena, otros focos y vestuarios por parte del reparto que anuncia el
cartel de la obra. Esta semana, durante
la sesión constitutiva de la undécima legislatura ha sido la escena del niño en
el escaño y la de las lágrimas a las puertas del Congreso. Hace algo más de un
año, en la sesión constitutiva del Parlamento europeo fue un discurso de algo
más de siete minutos que culminaba con tanques entrando en París pilotados por
milicianos españoles y la enardecida
soflama sobre el orgullo de los desheredados de la tierra del sur de Europa.
De la
excursión a Europa ha quedado un sesudo
programa “colaborativo” de 36 páginas, que poco tiene que ver con la actividad
del eurodiputado Iglesias. A saber
Vicepresidente de la delegación para las relaciones con Mercosur y miembro de
la Comisión de Asuntos Exteriores y de la subcomisión de Derechos humanos. Nada
que ver con los discursos electorales de Podemos sobre la importancia de hacer
oír en Europa la voz de los desheredados, de los desahuciados y de los
embargados. De la etapa europea también ha traído una declaración de ingresos
de entre 2.000 y 10.000 euros mensuales por participar en debates políticos y
por dirigir un programa de televisión. Eso aparte de los ingresos que ha
percibido como eurodiputado y de lo que le ha podido reportar su labor como empresario.
Durante
su primera intervención en el parlamento europeo, Pablo Iglesias, consiguió que
el presidente de la sesión le llamase la atención en varias ocasiones por
superar el tiempo establecido, aunque él intentó con todas sus fuerzas que
pareciese que las llamadas de atención se debían al contenido de su discurso. Más
que una tomadura de pelo, un insulto a la inteligencia ¿Dónde residía entonces la
importancia del Parlamento Europeo?¿No era allí donde se abordaban los grandes
temas políticos y económicos y donde había que impedir que las clases sociales
más desfavorecidas siguieran sufriendo de peor manera los efectos de la crisis?
Hace
algunos años, Jesús Gil o José María Ruiz Mateos intentaron sendas aventuras
populistas, pero carecían de los conocimientos necesarios, ni sabían quién era
Goebbels ni habían oído hablar de las técnicas de Guerrilla de la Comunicación,
con lo que sus respectivas incursiones políticas fueron difuminándose con el
paso de las diferentes elecciones y de la capacidad de absorción del Partido
Popular de aquel electorado y de muchos de sus candidatos.
A pesar
de sus contradicciones, a pesar de la falta de una estructura democrática en su
propia formación y a pesar de la
inconsistencia de sus planteamientos programáticos vamos a continuar oyendo
hablar de la casta política, de las puertas giratorias y del tic tac. Porque el
populismo también tiene un espíritu reformista y ya no se disfraza de Superman
a la puerta de los juzgados o da ruedas de prensa desde una piscina marbellí. Este
populismo ha ido a la Universidad, controla las técnicas de comunicación y, como
aspecto imprescindible, cita a Kant. Es el nuevo populismo del siglo XXI, el Populismo
Ilustrado.
Hay
algo imperdonable en todo esto y es que al electorado se le ha escatimado en la
pasada campaña electoral, de manera intencionadamente perversa, el debate sobre
qué modelo de sanidad, de educación e incluso productivo defiende cada
formación y cada candidato. Por el contrario, hemos asistido a todo un abanico
de gestos, representaciones y puestas en escena, desde el guardarropa de
Alcampo al profundo conocimiento de la última serie de TV de moda pasando por
las tontadas en absolutamente todos los programas de variedades de la
televisión por la que han pasado la práctica totalidad de los líderes políticos.
Parece ser que este populismo es ya más contagioso que anteriores brotes.
La
función no ha hecho más que empezar, esto sólo han sido las fanfarrias para
llamar al público. Estoy seguro de que aún nos depararán escenas inimaginables
hasta ahora y momentos gloriosos.
Se abre
el telón.