miércoles, 9 de diciembre de 2015

Diario de un ex-adicto a las campañas electorales. El debate de las ausencias

Un debate electoral sirve, fundamentalmente, para fijar marcos referenciales. Una campaña electoral es un lienzo hecho con trazos firmes. El debate no reproduce el relato o “story telling” de la campaña, ni siquiera parcialmente, solo es una oportunidad más; una herramienta como las redes sociales, las ruedas de prensa, los actos públicos, la publicidad y todos los recursos de los que consta una campaña. El relato tiene un protagonista (el candidato), que representa a un sector de la sociedad (partido político o agrupación de electores), quien define un problema percibido como tal por la sociedad y que aporta, desde sus valores, recetas para abordar y buscar la solución a ese problema. Hasta ahí los elementos. Las fases son, descripción y conocimiento del candidato (Difusión de la imagen), descripción de los problemas (Denuncia), propuesta de soluciones (Solución), ataque a los adversarios y sintetización en valores (para el complejo tema de los valores recomiendo la lectura de la conferencia, editada por la complutense, que Richard Wirthlin pronunció hace ya algunos años y sus esquemáticos mapas de valores). La estrategia marcará la agenda comunicativa y ésta los tiempos y la oportunidad de los mensajes.
Wirthlin fue director de campaña y jefe de personal de Ronald Reagan, el republicano que se apropió de los marcos referenciales de los demócratas y que estos aún andan buscando, o eso mantiene Lakoff. El marco referencial es la identificación de argumentos, elementos y valores, sintetizados en un enunciado o definición simple de identificaciones que todo candidato está obligado a anclar en la mente del elector; por ejemplo Pedro Sanchez = PSOE = Experiencia de gobierno, renovación y equipo para gobernar = Servicios públicos universales y de calidad garantizados por una política fiscal justa y universal. Cada partido tiene su marco referencial adecuado al candidato, a la estrategía y al momento histórico. Si el relato es la estrategia, es en el debate donde se muestran las señas de identidad, a riesgo, por otra parte, de que los otros candidatos intenten intoxicar tu marco referencial, sobre todo cuando se producen conflictos de intereses por coincidencia de ubicación en el espacio electoral.
Independientemente de cual fuese el marco referencial que pretendiese defender Pedro Sanchez en el debate del pasado lunes, está claro que la primera intervención fue la del moderador que fue quien estableció el marco referencial del socialista, como lo demuestra el enunciado de una pregunta en la que daba igual lo que respondiese el candidato. El moderador ya la había respondido en la introducción de la misma:
El estudio del CIS que se ha publicado hace muy poquitos días señala que el Partido Socialista está alejado del Partido Popular y algunos otros sondeos apuntan a que el Partido Socialista está ya en tercera posición por detrás incluso de Ciudadanos. Usted recuerda , con seguridad, durante la legislatura última del Partido Socialista en el poder, incumplieron algunas de las promesas electorales que habían realizado y llevaron a cabo algunos recortes, por ejemplo, se hizo una reforma laboral, dejaron el país en una situación de paro y de déficit muy grave. Usted no estaba en el gobierno de Zapatero pero sí era diputado en ese parlamento y con su voto se aprobaron algunas de esas medidas. Usted lleva ya casi un año y medio al frente del Partido Socialista como Secretario General. En este tiempo el Partido Popular, según los sondeos, ha perdido prácticamente uno de cada tres votos ¿Por qué el PSOE no ha recuperado ninguno de esos votos que ha perdido el Partido Popular?
Y se quedó tan fresco. Durante el debate la otra moderadora cortó hasta en dos ocasiones la argumentación del candidato socialista, impidiendo que enunciase y completase ejes fundamentales de sus propuestas. La conclusión fue que Sánchez fue quien obtuvo un menor cómputo en el tiempo total de intervención.
El candidato de Podemos no ganó el debate, en contra de lo que digan las opiniones de expertos y tendencias en las redes sociales. Ganó el minuto final y esto porque en su intervención contempló la implicación de los votantes (Aquello de “Con el esfuerzo de todos conseguiremos…). La teoría estratégica electoral recomienda realizar esta llamada en la recta final de la campaña a no ser que las encuestas hayan sacado al partido en cuestión de la lucha por la cabeza de la carrera (como es el caso). Los marcos referenciales de Iglesias fueron los manidos mantras demagógicos de las puertas giratorias o la corrupción generalizada. Eso sí se preocupó de intoxicar el marco referencial del socialista acusándole de no pintar nada en el PSOE. Y esto porque, evidentemente, Podemos “toma” los votos de la posible bolsa de indecisos del PSOE, ayudando así al Partido Popular a no desmoronarse.
Lo de Rivera fue el murmullo intencionado y habitual de dar un paso a cada lado para no moverse del sitio, la estrategia de quien sólo tiene que esperar a ver a donde le llevan las encuestas.
Faltaron Mariano Rajoy y Alberto Garzón. El primero porque su estratega de cabecera le recomendó que  no fuese, el segundo porque el mismo estratega recomendó a la cadena que no lo invitase, a pesar de que actualmente goza de representación parlamentaria, aspecto importante éste del que dos de los debatientes carecían.
Pedro Sanchez, se mostró firme y tal vez, solo tal vez, debería hacerse mirar las sonrisas de desaprobación cuando sus adversarios argumentaban, pero en términos generales se erigió como la única opción de impedir que el Partido Popular, con la ayuda de Ciudadanos a partir del 20 de diciembre, continúe dinamitando las libertades y los servicios públicos, sin adoptar medidas contra la corrupción en sus filas y repartiendo desde el gobierno amnistías fiscales a propios y ajenos cercanos.
Pero volviendo a los vicios del debate, posiblemente estos se produjeron porque respondió más al diseño y los intereses de la cadena organizadora que a los derechos de los electores. Aun habrá que avanzar en un aspecto fundamental de las campañas que profundiza en la democracia y acerca la política a la ciudadanía.

A todas luces, los verdaderos protagonistas del debate “decisivo” del 7 de diciembre fueron los supuestos moderadores. Ellos establecieron las normas y ellos inclinaron la balanza. En la post-resaca del debate solo cabe concluir que además de la ausencia de Rajoy tampoco asistieron los periodistas y, en todo caso, cabe preguntarse si la primera pregunta de Vallés, las interrupciones de Pastor a Sánchez y las opiniones de Evole o Ferreras tenían más que ver con la concesiones digitales que con la campaña electoral y el derecho a la información.

sábado, 2 de mayo de 2015

Ocho millones y medio de razones para formar gobierno

Parece previsible que a lo largo de la primera quincena de mayo podrá producirse la investidura de la Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y que, afortunadamente, ello derivará en la formación del nuevo gobierno andaluz. Las circunstancias para que estos hechos se produzcan son que alguna que otra fuerza minoritaria baraja abstenerse en la segunda votación, que tan sólo exige mayoría simple para llevar a efecto la investidura.
Los partidos, con representación en la cámara andaluza, que propiciarán estas circunstancias han puesto sobre la mesa condiciones que van desde que los expresidentes Chaves y Griñán renuncien a sus respectivos escaños hasta la ruptura de relaciones con las entidades financieras que ejecutan desahucios. Aunque igual podían haber pedido que las sesiones del parlamento se celebren sólo los días impares del mes o la construcción de una línea AVE para conectar San Sebastián de los Ballesteros en Córdoba con Alfarnatejo en Málaga, tan necesaria.
La verdad es que todo esto suena un poco a broma de no ser porque lo que de verdad produce es tristeza. Andalucía necesita sin demora un gobierno que gestione y desarrolle políticas progresistas frente a la descerebrada austeridad del gobierno de España. No es que la administración se haya parado pero, tras unas elecciones, lo deseable es que las instituciones acusen el impulso de un nuevo gobierno.
A los dirigentes de los partidos políticos de nuevo cuño se les llena la boca de lo sagrada que es la soberanía popular pero olvidan, cuando plantean sus condiciones, que hace tan sólo unas semanas, la sagrada soberanía popular amortizó la responsabilidad política de Chaves y Griñán, las relaciones de la Junta con esas entidades financieras, y cuantas otras reivindicaciones programáticas deberán postergar al sueño de la legislatura, hasta que vuelvan a desempolvarse para configurar los programas electorales de la ilusión y de la gente. Y es que el PSOE hace programas electorales para que a los que viven en Marte les dé depresión (nótese el tono cínico, por favor). Y esto desde la seguridad de que el momento de la política con mayúsculas llegará, la política de la negociación y el acuerdo para sacar adelante leyes para la convivencia, para el progreso y para la justicia social. Pero en sede parlamentaria, no en mesa camilla.
Vayan por delante varias consideraciones personales. Que tengo la convicción de que ni Chaves ni Griñán tienen responsabilidad penal en el caso de los ERE, aunque la tienen política porque nombraron al que nombró al tipo que se metió por la nariz unos pocos de cientos de miles de euros que deberían haber ido a parar a familias necesitadas o que ya cansa ver a los consejeros delegados de las entidades financieras diciendo que empiezan a ver el final del túnel y que las cuentas de beneficios empiezan a reflejar el aumento del consumo de las familias, como si alguna vez hubiesen tenido pérdidas.

Los ciudadanos no están cansados de la política en general, de lo que están cansados es de que la política se preocupe más por sí misma que por los problemas de la gente. Y en eso andamos metidos, en negociar las condiciones para propiciar un gobierno que no puede retrasarse un solo día en tomar decisiones y gestionar una comunidad con ocho millones y medio de habitantes y muchas necesidades. 

martes, 24 de febrero de 2015

Rajoy al final del túnel

Además de la crisis, Rajoy ha dado por finalizada la legislatura y ha inaugurado la temporada alta de propaganda en el PP. El debate del Estado de la Nación ha servido, sobre todo, para que las agencias de publicidad se froten las manos. A partir de su finalización, con la respuesta del presidente a las réplicas de la oposición, el gobierno ha iniciado el largo camino propagandístico hasta llegar a las próximas elecciones generales.
Para ser justos, técnicamente, no se puede decir que haya dado por finalizada la legislatura. Lo que ha dicho es que ya ha hecho todo lo que tenía que hacer. Que ya vivimos en el País de las Maravillas y que atamos a los perros con longaniza. Sin tener muy claro por el agujero de la imaginación por el que se ha dejado caer o a qué conejo perseguía en su sueño de la razón.
En la España real hay más paro que cuando llegó al gobierno en 2011, la renta per cápita de los españoles es más baja, hay más familias en situación de pobreza y la deuda de nuestro país es más alta en 2015. Ese es el legado. Su proyecto emblemático. El país que deja para retirarse a un consejo de administración, a dar conferencias en universidades norteamericanas o a seguir persiguiendo conejos imaginarios. A saber.
También ha hecho anuncios. El de la redacción de la Ley de Segunda Oportunidad, que ni evita la pobreza ni elimina las deudas de las familias porque, en todo caso, mantiene la obligación de los españoles y españolas a devolver hasta la última peseta que deban a las entidades financieras. Otro: que los primeros 500 Euros de renta no cotizarán a la Seguridad Social, lo que supondrá la merma del gasto en el capítulo asistencial, justo cuando los ciudadanos más necesitan las políticas sociales.
La desfachatez del personaje le ha llevado, en un momento dado, a afirmar que está inaugurando una fase expansiva de nuestra economía. Debería explicárselo a quienes han visto reducidas las becas para estudios universitarios, a los jóvenes que han salido del país para conseguir un empleo que no guarda relación con su nivel de formación, a las familias a las que los bancos les han embargado sus viviendas, a los que duermen en el portal de esos mismos bancos  junto a los cajeros automáticos o a los parados de mas de 45 años que albergan la posibilidad y la pesadilla de no volver a trabajar. Hay más, pero lo obviaremos para no aburrir al personal ni cansar al muchacho teniendo que dar más explicaciones de la cuenta.
Intento buscar algún mérito y encuentro eminentemente dos, su afán por reinsertar delincuentes mediante el envío de mensajes telefónicos personales de apoyo y fortaleza y la lucha contra la corrupción mediante la destrucción de material informático.
Y a partir de ahora el dinero de nuestros impuestos empezará a fluir hacia los medios de comunicación, principalmente hacia los afines. Anuncios en radio, prensa escrita y televisión sobre las consecuencias de los excesos de velocidad, las de hablar por el móvil mientras conducimos o las del consumo de alcohol al volante; sobre  la lotería de navidad; sobre lo bien que atendemos a los turistas; sobre el Tesoro Público y sobre que Hacienda somos todos. Veremos anuncios hasta para sensibilizarnos de la necesidad de incluir a la luciérnaga de pelo duro en el catálogo de especies en vías de extinción.
Y a cambio, extensos publirreportajes sobre logros y legados, interminables entrevistas y perfiles personales de los miembros del gobierno, la crónica de otra ruta senderista por su Galicia natal en pantaloncito corto y en noviembre, o sus aledaños, a votar. Porque ha acabado la crisis y ha comenzado la propaganda. O eso ha dicho Rajoy.

Solo espero que cuando deje de caer por el túnel no se atiborre de galletas con el Sombrerero Loco. Menudo añito nos espera. Vale.

martes, 10 de febrero de 2015

El tabaco contra la bronquitis

Admitamos como han dicho Ferrándiz y Urquizu (El Pais 13 de enero) que la causa del ascenso de Podemos, y en menor medida de Ciudatans, es el rechazo de la ciudadanía al bipartidismo como principal responsable de la corrupción y de la pésima gestión de la crisis. También debe quedar sentado, según el mismo artículo, que ideológicamente, Podemos, se sitúa en el 3'8 de la escala izquierda-derecha y es percibido por sus propios votantes en el 2'9 (siendo el 0 la izquierda radical y el 10 la derecha radical). Así como que sus mensajes recurrentes están caracterizados por las profecías del fin de la casta y de las puertas giratorias, la implantación de limitaciones de mandatos, la adopción de medidas de mayor transparencia por parte de las instituciones y de los servidores públicos, el fin de los viajes en clase VIP, y toda la retahila con la que nos teleadoctrinan desde los púlpitos que el propio gobierno del PP y Arriola, el estratega de cabecera, les ha propiciado.
            La gestión de la crisis por parte de los dos partidos mayoritarios que han intentado combatirla desde el gobierno ha sido un tanto discrepante y de resultados irregulares. El último gobierno de Zapatero apostó por el aumento del gasto público mediante diversos programas de inversiones, sobre todo municipales, que garantizaran tanto el empleo de los trabajadores provenientes del sector de la construcción como la continuidad de las empresas de dicho sector. Por contra Rajoy, previa acusación a su antecesor de despilfarrador, puso en marcha unas férreas políticas de contención del gasto y se dispuso a utilizar los fondos públicos para salvar a las entidades financieras, reduciendo dicho gasto y, consecuentemente, la calidad de los derechos sociales y de los servicios públicos.
            Si partimos de la percepción que los electores tienen de Podemos, debe intuirse, porque saberlo es imposible, que sus tesis para gestionar la crisis estén más cerca de los planteamientos de los socialistas que de los de la derecha. Sin embargo, lejos de conseguir acabar con el bipartidismo, al posicionarse como partido de izquierdas, lo que consigue es fragmentar el voto de izquierdas arrebatando electorado al PSOE,  fagocitando a Izquierda Unida y consolidando el suelo electoral del PP, a pesar de las barrabasadas que la derecha lleva perpetradas.
            El otro gran argumento contra los partidos mayoritarios es el de la corrupción y las medidas que ambas estructuras han adoptado para combatirla. También en este capítulo el saldo es favorable al PSOE que ha impedido que imputados en procesos judiciales vayan siquiera en sus candidaturas. Por el contrario, en el otro plato de la balanza, el Partido Popular, responde por plasma y a la gallega a las acusaciones de su extesorero y a las evidencias periodísticas y procesales de financiación ilegal.
            El modelo de Podemos es el de una estructura meritocrática en la que a sus bases o a las corrientes críticas les resulta bastante complicado, si no imposible, promocionar hasta alguna candidatura e incluso al vértice de la propia estructura orgánica de la formación, copada por los padres y madres fundadores, personajes curtidos, bendecidos y promocionados por los insufribles y ensordecedores talk shows políticos que nos asolan los fines de semana. Frente a esto, los partidos tradicionales ofrecen las suficientes garantías estatutarias y reglamentarias para que cualquiera de sus miembros pueda ser elector o elegible.
            El discurso de Podemos se balancea de manera inopinada desde la renta mínima universal hasta el no reconocimiento de la deuda. Pero sólo algunos días. Los partidos tradicionales elaboran programas y resoluciones en forma de contrato social con la ciudadanía, sin letra pequeña y sin cambios de condiciones.
            Hay espabilados en los partidos tradicionales, incompetentes o vagos, pero en la misma proporción en la que están presentes en otros ámbitos de la actividad humana. No conozco a ninguno que se haya enriquecido con su actividad. Incluso conozco a alguno que tras su paso por la política ha perdido el empleo del que provenía o ha tenido que cerrar la pequeña empresa familiar. En la política local no hay puertas giratorias. Hay gente decente dispuesta a quitarle horas al sueño y a los suyos para trabajar por los demás.
            Algunos miembros de Podemos, un partido que tan solo cuenta con un puñado de representantes en el Parlamento Europeo, hacen finos análisis políticos por los que cobran honorarios gloriosos a gobiernos donde la gente vive con menos libertades que en España; o son contratados por amiguetes titulares de departamentos universitarios para elaborar informes sin que reúnan conocimientos o méritos para ello; o sus empresas de comunicación disfrutan en plena crisis de contratos millonarios para producir programas que supuestamente se ven al otro lado de nuestras fronteras.
            Además de todo esto están las puertas giratorias de la universidad, un ámbito gremial endogámico hasta límites insospechados, a donde volverán una vez hayan “salvado” a la gente de los problemas que les han contado que tenían.
            El 15M fue la excusa que les valió a estos jugadores de ventaja para conjugar en primera persona del plural el hastío y el sufrimiento ajenos con la esperanza de un futuro de diseño pergueñado en un departamento universitario. Pero no es verdad. Ellos no son los desheredados de la tierra ni quienes soportan el sufrimiento o la presión de las hipotecas. Ellos visitan países del cono sur y universidades europeas y han estudiado con las becas que les ha proporcionado el mismo sistema que ahora critican. Vestirán en Alcampo, pero no saben lo que es pagar a plazos, pedir ropa usada o comer de la generosidad de sus vecinos.

            Con todo, lo peor es la tremenda paradoja de su razón de ser. Imaginemos que el equipo más reputado de la universidad de medicina mas prestigiosa de este país plantea que el consumo de tabaco en la habitación de un enfermo de bronquitis ayuda a eliminar las bacterias y que la mejor forma de combatir el dolor de cabeza es rezar tres avemarías sin respirar. Pues eso, un puñado de profesores de ciencias políticas diciendo que la solución a todos los males que padecemos es la meritocracia populista que propugnan.
            Pena de universidad y de país.